miércoles, 25 de enero de 2017

Pañuelos de papel





La ignorancia es la noche de la mente,
de una noche sin luna y sin estrellas
Confucio.

Decía el poeta griego Hesiodo, que si añades un poco a lo poco y lo haces con frecuencia llegará a ser mucho.  

Nos ningunean, nos engañan, nos explotan, nos roban legalmente, nos tratan como pañuelos de papel desechables, nos utilizan y nos tiran a la papelera.

Nos esconden las herramientas para pensar, nos regalan el circo (el pan nos lo quitan).

 ¡Qué terrible es la ignorancia activa¡ ¡Qué frutos tan terribles nos regala!

No nos pueden robar la libertad de pensar,…, entonces pensemos y enseñemos a pensar bien, no lo que cada uno debe pensar.  

Añadamos pensamiento crítico, creativo y cuidadoso, poco a poco, frecuentemente, con paciencia, hasta que seamos tantos pañuelos juntos que tengamos más fuerza que la fuerza más descomunal.

 Uno a uno somos vulnerables, juntos podremos ser.

jueves, 12 de enero de 2017

ESCUELA DE PENSAMIENTO LIBRE



ESCUELA DE PENSAMIENTO LIBRE

La Persona debe empoderase y hacerse cargo de sí misma,
 y ese hacerse cargo comienza por su propia capacidad mental
 y desemboca en la mejora de sus funcionamiento cotidianos.
Chema Sánchez Alcón.

Me he comprometido a difundir prácticas especiales,  por lo excepcionales, que normalmente no “salen en los periódicos, ni se escuchan en los telediarios”. Esta es una de ellas.  

La Escuela de Pensamiento Libre es una experiencia única, apasionante, innovadora, diferente y que no deja de sorprendernos. Escuela de Pensamiento Libre

Los alumnos de la escuela son personas con supuesta “discapacidad intelectual”, pero nos demuestran que son seres pensantes y capaces. Que quieren ser como todos, personas libres y considerarse iguales en derechos y deberes, no solo individuos receptores de asistencia  

Los alumnos se convierten en “maestros socráticos” en un recorrido que es una aventura intelectual y filosófica.

Es una escuela alternativa, de dialogo y ciudadanía compartida, donde personas con discapacidad pueden compartir sus ideas y sueños. No se imparten asignaturas, se reflexiona sobre lo que somos como seres humanos y lo que queremos llegar a ser, Se debate sobre valores éticos, se trabaja en habilidades y destrezas cognitivas, en la educación de las emociones y el carácter. 

El proyecto nació de la colaboración de dos entidades, el centro de Filosofía para Niños de Valencia Centro de Filosofía para Niños Valencia y Plena Inclusión Comunidad Valenciana Plena Inclusión Comunidad Valenciana.
 
Su segunda edición ha sido un rotundo éxito y ha sido galardonada con la mejor práctica extraordinaria de Plena Inclusión, entre más de trescientas prácticas. Video de entrega

El Centro de Filosofía para niños de España Centro de Filosofía para Niños de España y la Confederación de Plena Inclusión Plena Inclusión España han firmado un convenio para que la Escuela de Pensamiento Libre sea una realidad en todo el territorio español Firma convenio Filosofía para Niños-Plena inclusión.

Espero que os resulte interesante, en un tiempo de empoderamiento, no podemos dejar atrás a los mal llamados “discapacitados intelectuales”.  Esta práctica abre la humanidad a todos las mujeres y hombres sin excepción.


Graduación II curso de la 
Escuela de Pensamiento Libre.

sábado, 7 de enero de 2017

Aporofobía



Aporofobía          

              Cuando éramos jóvenes se hablaba de los jeques Árabes de Marbella, de  como se le ponía la alfombra roja y se facilitaba su entrada y asentamiento veraniego y al contrario a los magrebíes pobres se les dificultaba la entrada. Llegamos a una conclusión lógica: Puede existir algo de  xenofobia, pero la verdadera criba es el dinero.

            Adela Cortina en su conferencia inaugural de la “VI Jornada de ética y servicios sociales, que se celebró con el título "La toma de decisiones por representación", organizada por la Consejería de Servicios y Derechos Sociales,  confirmó que “lo que molestan son los pobres”  no importa de donde vengan o los tengamos al lado de casa y nos regaló una nuevo término para definir este miedo o rechazo: Mal de Aporofobía.





            Afirmó que la sociedad sufre de “baja moralidad” y se sitúa por debajo de los umbrales de la justicia, y que la falta de ética ha provocado la fuga de capitales y la pobreza

Adela indicó que la ética es como el oxígeno, cuando falta es cuando uno se da cuenta de que es fundamental.

jueves, 5 de enero de 2017

Refrendando a Dorotea



Refrendando a Dorotea

El amor tiene fácil la entrada y difícil la salida
Lope de Vega

En mi recuerdo el lugar de los chicos era la calle: jugando, peleando, retozando, cazando pajarillos con el tirador o la escopeta de balines. Algunos juegos unían a los  mozos de una manera especial, gregaria: alzar la falda de las chicas para verles las bragas y jugar con ellas a las prendas, en un intento de robar un beso a la chica idealizada. Era un mundo feliz, de chicos para los chicos y nadie nos lo desmentía.

Dorita, la hija de Don Juan, el maestro, morena de pelo largo—siempre me han gustado las morenas de pelo largo—, acababa de cumplir doce años, ¡ya podía tener novio! En el juego eligió “prenda”. No tenía salida. Estaba atrapada. Tendría que besar al chico que más le gustaba, y ¡me eligió a mí y vi abrirse el cielo ante mí! Yo me dejé elegir. Sería mi primer beso. A partir de ese rito de iniciación mi vida cambió.

El calor de agosto del setenta y tres no puedo olvidarlo. No era uno más de esos tórridos veranos, en los que mi madre me apresaba, junto con mis hermanos, en las eternas siestas. Fue el año de Dorotea y el año que descubrí la gran aventura de la lectura.

Huyendo de la siesta, subía al desván. Guiado por la luz del ventanuco de las palomas, me encaminaba hacia la puerta azul. Esta me descubría una balaustrada que se alzaba sobre un tejado semicircular de pizarra—capricho de mi abuelo Paco— que hacía única mi casa, entre todas las demás de la zona. Simulaba la proa de un barco, donde cada tarde, sentado en mi hamaca verde, viajaba a los lugares más diversos de la mano de Julio Verne, Robert Louis Stevenson y Joseph Conrad. Escribí mis primeros relatos preadolescentes, a los que titulé “Mis aventuras detrás de la puerta azul”. Las que—claro está—dediqué a Dorita.

Pasaba las tardes con ella, me preguntaba por princesas y príncipes encantados. Por los bailes, los vestidos largos y las hadas. Pero no entraba en mis islas de tesoros. En mis mares de monstruos marinos. Yo quería volar y ella jugar a las casitas. Fue mi primera gran decepción, una lección de cómo relacionarme con las mujeres, que por lo visto nunca aprendí. 

De repente ya no podía darle la mano y pasear como novios, era inevitable la ruptura, había dejado de ser mi musa.

No tenía más libros que leer, mi tío Ezequiel que estaba de viaje, llevaba mucho tiempo sin regalarme ninguno. A mi padre, los libros de aventuras, le parecían una pérdida de tiempo. Aproveché para jugar con los amigos. Echaba de menos nuevas aventuras. Las siestas se hacían interminables.

El “tío Domiro”, municipal del barrio del matadero—donde vivía—, me dijo que habían abierto una biblioteca en el pueblo, al lado del monasterio. Me tuvo que explicar que allí prestaban libros gratis. Convencí a mi madre—mi padre no quiso—para que me inscribiera. Fue todo un descubrimiento. Me sentía como un niño goloso, rodeado de chucherías. 

Era una biblioteca nueva, con estanterías antiguas, con los cantos trabajados a mano. Olían a rancio añejo. Donadas por los frailes del monasterio, junto con tres mil viejos volúmenes. Volaba mi imaginación entre todos ellos. Buscaba mi próxima aventura cuando de reojo, sin quererlo, lo encontré, allí estaba  La Dorotea. —Como mi Dorita—pensé. Era una edición de 1925 de la colección Sánchez Rueda, en cuero repujado, con las letras en rojo y oro. La trama sencilla: Fernando y Dorotea son novios, hasta que la madre de ella le busca un mejor partido: el rico Bela. Intriga junto a una alcahueta, para conseguir que deje a Fernando y logra que este huya perseguido por la justicia. Lope de Vega describió su propia historia, su romance con Elena Osorio. Fue mi segunda gran lección de ese verano. Otra a la que tampoco atendí: El dinero puede más que el amor. 

El tres de agosto del setenta y tres, fue la primera vez que robé. Está escrito en “Mi diario en una hamaca verde y mi aventura con Dorita”. El pecado era menos, Dorita me robo la ilusión. Dorotea robo la ilusión a Fernando,o a Lope. Yo robé a Dorotea. Fue el primer libro de mi biblioteca. 

No volví a ver a Dorita después de aquel verano. A su padre le trasladaron a otro pueblo. Aunque sus recuerdos se diluían en mi memoria, no podía olvidarla del todo. Mi primera novia. Mi primer beso. Mi primer libro. Mi primer relato.

En mi quinto año de filología hispánica, mi profesor de clásica, me confiaba las clases de primero y me permitía preparar seminarios y eventos. Estaba en mi salsa. Gozaba con mis estudios y muchas chicas interesantes se me acercaban. 

Se aproximaba el trescientos cincuenta aniversario de la publicación de La Dorotea y no pude resistirlo. Organicé un seminario al que invité a otras universidades de Madrid. Sería todo un acontecimiento en clásicas. Sentía el mismo arrebato que el día que—recién terminado al bachillerato—me dispuse a realizar un gran viaje de aventuras. Dos años de mochilero. De escritor vagabundo. El libro de viajes: Buscando a Dorotea, jamás se publicó. Era muy malo. Ahora lo sé.

Entre los representantes que acudieron a la comisión estaba ella—Nunca supe porqué. Al principio no la reconocí, se había teñido el pelo de rubio—fue un gran  desatino por su parte. A mí solo me interesa lo auténtico. Escribía su doctorado sobre Cuentos y leyendas en el imaginario europeo. Ella no me conoció. Yo vestía con pantalones de pana gastados y camisa a cuadros de franela. Lucía pelo largo y barba descuidada No sabría decir, si por integración en la progresía de los ochenta, o por desidia personal. Las gafas de pasta, cubrían mi cara, donde el pelo no llegaba.

Dorotea lucía un look hippie de niña pija. Falda de flores hasta los tobillos. Camisa blanca, de gran escote. Con mangas anchas, rematadas en bordes dorados. Chaleco de cuero ibicenco, con el signo de paz hippie estampado. Las trenzas unidas en la nuca descubrían toda su cara. Me volví a enamorar, Quizás de sus sonrosados pómulos. O de su risa fácil. Tal vez de sus suaves besos. Acaso de su recuerdo. 

            Quería gritar al mundo, que me la dio y me la quitó, y me la volvió a regalar. Disfrutábamos juntos del hechizo mágico de nuestro reencuentro. Nos pusimos al día, Después de nueve años de duelo y pérdida, volvía a ser mi musa. Volvía a no tener defectos. Vivimos en el anhelo de la irrealidad. 

            Cojines y almohadas sobre alfombras por el suelo. Luces tenues ocultadas por grandes velos. Canciones de Aute, Serrat, Paco Ibañez y otros cantautores comprometidos. Comida vegetariana. Ese era muestro hogar. Un local bajo, en la barriada de Tetuán. Al lado de un taller de cerámica pop-art, que inundaba de olores el patio comunal. Una mezcla de pestiños fritos en la estufa de carbón y el olor dulzón de la marihuana. 

En el local de enfrente, el mediocre grupo de música contracultural “Los ocultos”, ensayaba hasta cansar. Querían demostrar que eran parte de la movida madrileña. Mientras, para ganarse la vida, vendían marihuana y hachís. Mi casa  convierte en el punto de reunión de toda la progresía y los amigos de la universidad. Y en un fumadero.

Yo era feliz, mientras pudiera seguir con Dorita. Todo eran vibraciones bajo la luz perfecta. Amor vestido de sexo o sexo disimulado de amor, daba lo mismo. 

Ella intentaba pasar visiblemente desapercibida. Todo acababa en ella. Tejía dulcemente los hilos de su casita de amor. De su palacio de princesa. De su torre de marfil donde brillaba como Blancanieves

            Un día cualquiera, la fantasía se rompió. Arrogante, la madre, en la peor versión de mala suegra , surgió del infierno del odio y del miedo. Le cautivó con sus absurdas artimañas de mujer demodé. Le prometió príncipes reales—la conocía bien—banqueros, empresarios, herederos. Con la ayuda de una amiga, que hace de alcahueta, le presenta a Antonio, rico editor catalán. Editor tenía que ser—pensé entonces—, y se convirtió en mi propio Bela. Cuando se casaron, cientos  de metrallas atravesaron mi alma.

            La madre, como una bruja, no tiene años. Es tan agradable como una colonoscopia. Sórdida. Farsante y deshonesta. Cuando se sabe observada, manipula la escena y actúa. Aparece como la buena de la película y gana siempre. Iluso de mí, decidí luchar. Nada de lo que ocurría era real. Todo era una farsa. Tenía urdir  una estratagema y desenmascararla. Tenía que hablar con Dorita.

            No sé como lo hizo la bruja, me desacreditó. Se adelantó.  Me expulsaron de la universidad y ninguna otra quería ni oír hablar de mí. Me declararon non grato para la docencia.

            Pedí perdón a mi querido Lope, no aprendí nada de él. Él lo intentó, pero volví a tropezar en el amor. Huí.

            Después de treinta años en México vuelvo a España. La verdad suena ahora muy diferente. Cuando veo a Dorotea en su casa de cristal, no la intuyo inocente. ¿Fue engañada por su madre o subyugada al dinero y el poder? 

En contra del sentido común, quiero hablar con ella y decirle lo que nunca le diré. No siento aversión hacia ella.  Ya no siento nada. Mi libro es la única prueba de que la amé.