martes, 28 de febrero de 2017

DÍA a DÍA



El tiempo no es sino el espacio entre nuestras recuerdos.
Henry Frédéric Amiel.


                Podría parecer de Perogrullo, pero en todas las tierras del mundo el sol sale al amanecer, todos los días, hasta que se esconde al anochecer. 

                Nuestra vida se constriñe a un universo de 1440 minutos imbricados de dificultades, esperanzas, anhelos, trabajos, ocio y sueños. Todos los días son una nueva oportunidad, son ocasiones que solemos dejar pasar en pos de un futuro que no vemos en espacios periódicos, sino que vislumbramos como un todo. No nos damos cuenta de que solo podemos vivir la vida día a día.

                Nos obviamos, ya que es difícil verse a uno mismo, es como mirar para atrás sin volverse. Nos agarramos a nuestra memoria, donde ubicamos nuestros sueños,  sin darnos cuenta de que la memoria no es más que una imagen de la realidad, por lo que la realidad es solo parte interesada de nuestra imaginación.

                La mayor heroicidad es vivir intensamente cada día, haber viajado, disfrutado de un buen cuadro, de un buen libro, de una pieza musical, de una película,  de una buena comida, de la familia, de los amigos. Acostar tu mente con la convicción de haber sido éticamente coherente. 

Esta forma de vivir nos la regala la experiencia, desgraciadamente esta llega tarde o no llega. La experiencia no solo consiste en haber vivido muchos días, sino en lo que se ha pensado o reflexionado.

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